PARENTESIS
A Yolanda, con pena
En aquel minúsculo cuarto de hospital
me aprendí de memoria
la hondura de tus ojos
frustrados por todas las angustias
cansados por ese síntoma de vocación “voluntaria”
que te imponían las consignas
y la lucha de clases.
Te confiaron mi cuidado y vigilancia
porque eras comunista.
Las alas blancas de cofia breve
con tu belleza esplendía llenaban mi habitación
cada mañana
cada tarde.
Y allí mis palabras repicaron como campanas
quebrando la mentira en tu silencio
y empecé a enseñarte que la Libertad
no estaba en los cabellos rubios de tu hijo
ni la cárcel
en las llaves de mis candados
en la escolta que crucificaba mi puerta
o en los clavos que tapiaban mi ventana.
Y sin decírtelo
te hice comprender tus limitaciones
y que sintieras tus alambradas
y las bayonetas sutiles que también te rodeaban
te di un paréntesis de luz
y unas manos ya viejas de esperar despedidas
te preste mis ojos
para que vieras los límites de tu jaula
y los horizontes infinitos de tu alma
-que tú ignorabas-.
Pero un día ellos descubrieron que ya no me odiabas
y te acosaron
y conociste el torbellino de la represión
y las amenazas y el miedo enloquecedor
te prohibieron mi amistad
-porque ellos pueden elegirte los amigos.-
Te perdieron de mis ojos
y nunca más he sabido de tu nombre.
Pero sé que desde entonces
LIBERTAD tiene para ti
Un extraño e imposible significado.
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