jueves, 16 de abril de 2009

PARENTESIS


A Yolanda, con pena


En aquel minúsculo cuarto de hospital

me aprendí de memoria

la hondura de tus ojos

frustrados por todas las angustias

cansados por ese síntoma de vocación “voluntaria”

que te imponían las consignas

y la lucha de clases.

Te confiaron mi cuidado y vigilancia

porque eras comunista.

Las alas blancas de cofia breve

con tu belleza esplendía llenaban mi habitación

cada mañana

cada tarde.

Y allí mis palabras repicaron como campanas

quebrando la mentira en tu silencio

y empecé a enseñarte que la Libertad

no estaba en los cabellos rubios de tu hijo

ni la cárcel

en las llaves de mis candados

en la escolta que crucificaba mi puerta

o en los clavos que tapiaban mi ventana.

Y sin decírtelo

te hice comprender tus limitaciones

y que sintieras tus alambradas

y las bayonetas sutiles que también te rodeaban

te di un paréntesis de luz

y unas manos ya viejas de esperar despedidas

te preste mis ojos

para que vieras los límites de tu jaula

y los horizontes infinitos de tu alma

-que tú ignorabas-.

Pero un día ellos descubrieron que ya no me odiabas

y te acosaron

y conociste el torbellino de la represión

y las amenazas y el miedo enloquecedor

te prohibieron mi amistad

-porque ellos pueden elegirte los amigos.-

Te perdieron de mis ojos

y nunca más he sabido de tu nombre.

Pero sé que desde entonces

LIBERTAD tiene para ti

Un extraño e imposible significado.


Hospital Ortopédico de la Habana
Octubre de 1979

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