domingo, 6 de diciembre de 2009

Condecora Honduras a Armando Valladares


Diario Las Americas

Por Ena Curnow

Publicado el 3 de diciembre del 2009


El ex preso político cubano y embajador de EE.UU recibió la Orden José Cecilio del Valle, el máximo galardón concedido por esa nación a un extranjero

El gobierno interino de Honduras, presidido por Roberto Micheletti otorgó al embajador Armando Valladares la “Orden José Cecilio del Valle, en el Grado de Comendador”. La condecoración, la más alta distinción dada por la República de Honduras a un extranjero, fue instituida por el Congreso Nacional en 1971 para honrar la memoria del redactor del Acta de Independencia de Centroamérica y primer Presidente de las provincias unidas de esa región.
En la Ley No. 029, a esos efectos, se argumenta que se confiere al poeta y escritor “por ser un fiel defensor y protector de los Derechos Humanos” y “por su lucha a favor de Honduras”.
La imposición de la Medalla fue realizada el 28 de noviembre en el Salón Diplomático de la cancillería hondureña. En la ocasión no pudo estar presente el presidente Micheletti, por encontrarse retirado durante esos días por las elecciones, que finalmente ganara Porfirio Lobo del Partido Nacional.


Valladares se encontraba en Tegucigalpa en calidad de observador internacional, precisamente en esos comicios. “Me sorprendieron. No lo esperaba”, comentó a DIARIO LAS AMERICAS, luego de expresar su satisfacción por tan alta distinción. El ex preso político cubano y diplomático se erigió en un luchador frontal contra la reacción internacional de condenar la deposición del presidente izquierdista Manuel Zelaya y defendió a ultranza el derecho del Congreso y las instituciones de esa nación a no permitir cambios a la Constitución como se proponía hacer Zelaya para eternizarse en el poder, contando con la ayuda de Hugo Chávez en Venezuela y otros regímenes de la órbita del llamado socialismo del siglo XXI.

En un gesto definitorio, renunció a su cargo de Secretario General en la Fundación de Derechos Humanos por estar en total desacuerdo con lo que el organismo, con sede en Nueva York, publicó en el caso de Honduras expresando su rechazo al nuevo gobierno. En su carta al presidente de la FDH, Thor Halvorssen, dice: “Lo que Zelaya trató de hacer para esos planes era ilegal. Quiso cambiar la Constitución para reelegirse. La Corte Suprema le advirtió que esa maniobra era inconstitucional y por lo tanto ilegal. El Congreso también le señaló que su pretensión violaba la Constitución hondureña…”

Valladares, encarcelado en diciembre de 1960, a los 23 años de edad, y en prisión por un total de 22 años (salió gracias a las gestiones del presidente francés Francois Mitterrand), es autor del poemario “Desde mi silla de ruedas”. Entre otras condecoraciones, ha recibido el Premio Libertad del PEN Club de Francia, que sólo se da a escritores presos. Las memorias de Armando Valladares, tituladas “Contra Toda Esperanza”, se convirtieron en un best seller internacional. El entonces presidente estadounidense, Ronald Reagan -a instancias de su hija, Maureen Reagan- nombró al cubano como embajador de los Estados Unidos en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. Reagan le concedería además el máximo reconocimiento civil estadounidense: la Medalla Presidencial del Ciudadano.

Armando Valladares ha hablado en la Asamblea General de las Naciones Unidas y ante grupos legislativos en Europa y América. Fue uno de los fundadores de la organización anticomunista “Resistencia Internacional”, así como de la Coalición Europea de Comités Pro Derechos Humanos en Cuba. Actualmente es el presidente del Proyecto Valladares, una organización internacional sin fines de lucro que aboga por los derechos de los niños. El pasado mes de julio, en Italia, fue el primer hispano honrado con el prestigioso Premio ISCHIA de periodismo internacional.

Eje de la moderación al servicio del eje del mal


Diario Las Americas

Publicado el 25 de septiembre del 2009

Por Armando Valladares


El Palacio de Itamarati, la cancillería brasileña otrora reconocida por su habilidad, tacto e inteligencia, contribuyendo a crear un inédito “gobierno paralelo” prochavista en su embajada en Tegucigalpa, empujó al “moderado” presidente Lula al ojo de un imprevisible huracán, lo cual, ante Dios y ante la Historia, lo hace responsable directo por lo que pueda acontecer en Honduras.

El Palacio de Itamarati, la cancillería del “moderado” presidente del Brasil, Sr. Lula da Silva, al autorizar el ingreso a su embajada en Tegucigalpa del depuesto presidente prochavista Zelaya como “huesped”, y no como “asilado”, se involucró en los asuntos internos de Honduras de la manera más brutal y menos diplomática posible. Contribuyó de esa manera a crear en Honduras un inédito “gobierno paralelo” prochavista, bajo el amparo de la extraterritorialidad.

Tal como advierten analistas brasileños, la diplomacia de Itamarati, otrora reconocida por su habilidad, tacto e inteligencia, acaba de empujar a Lula, tal vez inadvertidamente, al ojo de un imprevisible huracán que puede afectar el perfil de “moderación”, “conciliación”, “diálogo” y “espíritu democrático” que ha estado esgrimiendo en los últimos años. Y, sobre todo, lo hace responsable directo, ante Dios y ante la Historia, por lo que pueda acontecer en Honduras.

De hecho, interviniendo de esa manera en los asuntos internos de Honduras, la diplomacia de Itamarati pasa a asumir la culpa directa por las consecuencias de su decisión de usar su embajada para hospedar al presidente depuesto y crear un “gobierno paralelo”; responsable, inclusive, por hechos de violencia y hasta de sangre que puedan ocurrir.

El depuesto presidente Zelaya se ha dedicado a usar el recinto diplomático para arengar a sus seguidores, contribuyendo a crear en el país una situación explosiva. El propio presidente brasileño, tal vez percibiendo de qué manera ha sido colocado en el ojo de un huracán por su propia cancillería, pidió a Zelaya, desde Nueva York, donde asistió a la inauguración de la Asamblea General de la ONU, que moderase su lenguaje. Y también exigió el respeto de la extraterritorialidad de su sede diplomática en Honduras, en el mismo momento en que Itamarati viola de esa manera elementales normas internacionales.

Con mayor énfasis aún que el colocado para insistir sobre el levantamiento del “embargo” al régimen comunista de Cuba, la cancillería brasileña monta un históricamente inédito “embargo” contra el pueblo hondureño que no desea caer en el abismo chavista. En momentos en que escribo estas líneas, el presidente Lula ha propuesto una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, para tratar de una delicada situacion que su propia diplomacia, tan poco diplomáticamente, ha contribuido decisivamente a crear. Solamente falta que la representante del Brasil en la ONU pida una intervención militar en Honduras.

Como advirtió desde las páginas del influyente O Estado de S. Paulo el analista político brasileño Roberto Lameirinhas, la vuelta de Zelaya, rodeado de un “show mediático”, en realidad va a “ampliar la fractura social hondureña” y los que apostaron en el retorno del depuesto presidente “parecen apostar en una popularidad que en realidad no tiene”, así como en una supuesta “disposición revolucionaria” de la población hondureña que no existe.

Sin duda, la cuenta de pérdidas humanas, sociales y económicas la está pagando el pueblo hondureño, sujeto a una incomprensión internacional tal vez inédita en la Historia. Pero la cuenta política, ante Dios y ante la Historia, en el caso de que Honduras sea brutalmente arrastrada al abismo chavista, será el propio gobierno brasileño, su actual presidente y su diplomacia los que tendrán que pagarla en buena medida.

Si hoy, en América del Norte, el kerenskismo favorecedor de las izquierdas está representado por el presidente Obama, tal como mostré en reciente artículo publicado en El Heraldo, de Honduras, en América del Sur, el kerenskismo talvez esté encarnado prototípicamente en el presidente Lula, del Brasil, a quien Obama, durante la Cumbre de las Américas, calificó como su “campeón”.

Si Cuba comunista sobrevive hasta hoy, en buena medida ello se debe, tal vez más aún que al apoyo de Chávez, al colosal sustento político, diplomático y económico del kerenskismo lulista.

Si Chávez llegó hasta donde ha llegado, es porque en buena medida el kerenskismo lulista, siempre alegando moderación, espíritu de diálogo y necesidad de contemporización, le dio su anuencia y lo apoyó públicamente en los momentos de más dificultad interna, contribuyendo a desmoralizar a la oposición venezolana.
Si los gobiernos populistas-indigenistas de Bolivia y Ecuador están efectuando las tropelías actuales, contribuyendo a la autodemolición social, política y moral de ambos países, ello también se debe al kerenskismo lulista que les ha proporcionado un respaldo decisivo, en materia política y económica.

Si las presiones internacionales contra Honduras han llegado al punto al que llegaron, ello se debe a las articulaciones del neoimperialismo kerenskiano lulista, que por detrás de las bambalinas, y hasta por delante de ellas, sin el menor pudor, se ha dedicado a a presionar al gobierno estadounidense para asfixiar a esa pequeña gran nación que los partidarios de la libertad en el mundo entero califican justamente como un pequeño gran David del siglo XXI.

El “moderado” presidente brasileño integra junto con el presidente Obama un “eje de la moderación” que objetivamente, e independientemente de las intenciones de sus protagonistas, está al servicio del “eje del mal” chavista y permite, con su espíritu concesivo, que el “eje del mal” avance.

Hace casi 7 años, el 8 de octubre de 2002, en el conocido programa televisivo del periodista Boris Casoy, el entonces candidato presidencial Lula da Silva me llamó de “embustero de Miami” (en portugués, “picareta”) porque yo había contribuido a denunciar en una serie de artículos, de una manera documentada e invariablemente respetuosa, el vergonzoso apoyo de Lula a Cuba comunista y su política en favor del “eje del mal” latinoamericano. En la ocasión, a falta de argumentos, Lula respondió con un exabrupto.

La política externa de Itamarati, durante los dos períodos del presidente Lula al frente del gobierno del Brasil, fue confirmando esas aprensiones. Hoy, con la precipitación de la aventura hondureña, la diplomacia brasileña no ha hecho sino confirmar esas aprensiones.

Es la hora de proclamar las verdades que duelen a los Goliats contemporáneos, en alta voz, claramente, argumentando y dando pruebas irrefutables, todo ello hecho de una manera invariablemente educada y respetuosa. He usado palabras sin lugar a dudas fuertes, pero pienso que ellas son proporcionadas a la gravedad de la situación, y han sido invariablemente respetuosas.

En recientes declaraciones al Washington Post, el embajador Jeffrey Davidow, alto asesor del presidente Obama, reconoció que en la América Latina de hoy un peligro mayor que el militarismo es el populismo de tipo chavista. El embajador Davidoff dijo una media verdad. De hecho, bajo varios puntos de vista, el mayor peligro es el “kerenskismo”, que prepara el camino para el populismo, el indigenismo y otros “ismos” posmodernos que están tomando el lugar del comunismo clásico.
La heroica resistencia del pueblo hondureño negándose a ponerse el “uniforme” zelayista-chavista, a pesar de las brutales presiones de dirigentes internacionales, me recuerda la epopeya de un puñado de presos políticos cubanos que, pese a brutales golpizas y torturas, se negó durante años a vestirse con el “uniforme” de presos comunes. El tirano Castro no pudo doblegarlos, y pasaron a la Historia como los “presos plantados”.

Que la Divina Providencia proteja a Honduras “plantada”, que se niega a ponerse el “uniforme” chavista y le continúe dando fuerzas e inspiración para resistir, de la misma manera como David resistió y se defendió contra Goliat.
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