viernes, 31 de julio de 2009

Kerenskismo obamista, Honduras y abismo chavista

Así como el presidente Eduardo Frei Montalva pasó a la historia como el Kerensky chileno, por pavimentar el camino al socialista Allende, el presidente Obama corre el riesgo de pasar a la historia como el Kerensky de las Américas si empuja a Honduras al abismo chavista

porArmando Valladares

El Heraldo (Honduras)

21 de julio de 2009, 10:50 AM


Cuando se produjo la destitución del presidente hondureño Zelaya, por orden de la Suprema Corte de ese país, y con el respaldo mayoritario del Congreso, Honduras caminaba a pasos rápidos hacia una dictadura chavista, pasando por encima de la Constitución y las leyes. Además del más alto órgano judicial de Honduras, estaban advirtiendo sobre ese riesgo chavista las más importantes figuras políticas y religiosas de Honduras.

No obstante, ni el presidente Obama; ni el secretario general de la OEA, el socialista chileno Insulza; ni el "moderado" presidente del Brasil, Lula da Silva; y ni siquiera, que nos conste, ningún otro presidente latinoamericano, dijo una palabra al respecto. Se alegaba la autodeterminación, la necesidad del diálogo, del respeto de los procesos políticos internos, etc.

Todas esas personalidades políticas, tuvieron oportunidades de hablar en favor de la libertad de Honduras, y esas oportunidades son muy recientes por cierto, pero prefirieron lavarse las manos, como Pilatos. Menciono las dos más notorias.

La primera de ellas fue la Cumbre de las Américas, en Trinidad y Tobago, cerca de Honduras, en la cual el presidente Obama, con su estilo neokerenskista, se deshizo en sonrisas con el presidente-dictador Chávez, flirteó con el propio Zelaya y con otros presidentes populistas-indigenistas como el ecuatoriano Correa y el boliviano Morales, prestigió al "moderado" Lula y anunció que estaba dispuesto a dialogar y a establecer un "nuevo comienzo" con la sanguinaria dictadura castrista.

La segunda de ellas fue la Asamblea General de la OEA, por una ironía de la Historia realizada en la propia Honduras, en la cual, con la aprobación del gobierno Obama, se absolvió a la dictadura castrista y se le abrieron las puertas para poder retornar al referido organismo internacional.

En sus propias narices, y delante de sus propios ojos, los cancilleres de los gobiernos de las Américas pudieron sentir y ver la grave situación interna de Honduras, pero prefirieron lavarse las manos como Pilatos.

Cuando se produjo la destitución del presidente Zelaya, ordenada por la Suprema Corte, con base en preceptos constitucionales que impiden que un presidente intente reelegirse, ahí sí rasgaron sus vestiduras, y comenzó una de las mayores griterías conjuntas de izquierdistas y "moderados útiles" de la Historia contemporánea, con un verdadero ensañamiento contra un pequeño país que decidió resistir a esas presiones. Un pequeño país que se agigantó espiritualmente, inspirado en la expresión de San Pablo, esperando "contra toda esperanza" humana, pero aguardando todo de parte de la Providencia, y haciendo recordar, a quienes ven aprensivos el drama hondureño, a la figura bíblica de David contra Goliat.

En momentos en que escribo estas líneas, el destituido presidente Zelaya amenaza con retornar a Honduras, con lo cual, según advertencia del Cardenal de ese país, se tornará reponsable por la sangre fratricida que pueda correr. Delante de la resistencia hondureña, hasta el presidente-dictador Chávez mira hacia el presidente Obama y espera que éste quiebre las resistencias hondureñas a la chavización del país. También en momentos en que escribo estas líneas, se difunde la noticia de que la secretaria de Estado Hillary Clinton acaba de llamar al presidente interino de Honduras, y corren versiones que le habría dado una especie ultimátum. La misma secretaria Clinton que en Honduras, en la reciente reunión de la OEA, aprobó la absolución de la sanguinaria dictadura castrista; la misma que, junto con el presidente Obama, está dispuesta a dialogar con el gobierno pro-terrorista iraní, abre sus brazos a los comunistas cubanos, se reúne y ríe con el presidente-dictador Chavez, dio un portazo a la delegación civil hondureña que llegó a Washington simplemente a explicar su versión de los hechos. Son dos pesos y dos medidas de una injusticia, una hipocresía y una arbitrariedad que claman a los cielos.

Como ya fue recordado, el Cardenal de Honduras advirtió al depuesto presidente Zelaya que será responsable por el baño de sangre que pueda ocurrir si fuerza su regreso a su país.

Por mi parte, en cuanto ex preso político cubano durante 22 años en las mazmorras castristas, em mi condición de embajador estadounidense ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU durante varios años, y en cuanto simple ciudadano de las Américas, tengo la certeza de que así como el presidente Eduardo Frei Montalva pasó a la historia como el Kerensky chileno, por pavimentar el camino al socialista Allende, el presidente Obama corre el riesgo de pasar a la historia como el Kerensky de las Américas si contribuye a empujar a Honduras al abismo chavista.

Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush. Acaba de recibir en Roma un importante premio de periodismo por sus artículos en favor de la libertad en Cuba y en el mundo entero. E-mail: armandovalladares2006@yahoo.es

Esta en total desacuerdo con lo que public HRF sobre Honduras

Mi querido Thor:

La nota de HRF sobre los sucesos de Honduras no reflejan la verdad ni relatan históricamente los hechos tal y como sucedieron. Estoy ahora en Italia, no tengo mucho tiempo para un análisis más extenso. Pero el Presidente Zelaya fue y es un traidor a la Democracia. Fue electo engañando a sus compatriotas y cuando con ese engaño llegó al poder, giró ideológicamente y comenzó su plan para cargarse la Democracia en Honduras como lo hizo Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia y Correa lo está haciendo en Ecuador. Zelaya forma parte de la gran conspiración neocomunista que pretende apoderarse de América Latina.

La estrategia ha sido la misma: llegan al poder con elecciones, después, cambian la Constitución, disuelven los parlamentos y se perpetúan en el poder y terminan declarándose marxistas, como Evo Morales.

Lo que Zelaya trató de hacer para estos planes era ilegal. Quiso cambiar la Constitución para reelegirse. La Corte Suprema le advirtió que esa maniobra era inconstitucional y por lo tanto ilegal. El Congreso también le señaló que su pretensión violaba la Constitución hondureña y por lo tanto era ilegal. Con el apoyo y el dinero de un gobierno extranjero (todo el material electoral llegó desde Venezuela en un avión que envió Chávez).

No obstante las advertencias de la Corte Suprema, siguió con sus planes de cargarse la Democracia en su país, donde imperaba la ley y en base a ese imperio de la Ley, la Corte Suprema le ordenó al Ejército, (que no está para defender al Presidente, sino a la Constitución, ) que arrestara y expulsara del país a Zelaya. Eso no es un golpe de Estado, no hay militares gobernando en Honduras. Mientras la OEA vio como Zelaya iba actuando ilegalmente, no dijo una palabra, cuando la Corte Suprema le advirtió era ilegal su pretensión la OEA y los que hoy se rasgan las vestiduras, contemplaban en silencio cómplice como este traidor de Zelaya trataba de hundir a su país en el totalitarismo y que se convirtiera en otra Venezuela, en otra Bolivia o en otra Cuba.

La Declaración de la HRF es históricamente incorrecta, dejándose llevar por la cobarde complicidad de los que por falta de valor dejan de hacer o no se atreven a decir las cosas como son. Nada supe de que esa declaración, ni de su publicación de la cual he sabido aquí en Italia.
Por esa razón, por mi desacuerdo absoluto con esa nota, renuncio de forma irrevocable a mi cargo de Chairman de Human Rigths Foundation y también a cualquier cargo en la misma ya sea de miembro del Directorio Internacional o cualquiera otro. Te ruego como Presidente que estás a cargo del quehacer diario de HRF des curso a esta renuncia mía, que yo también lo haré por mi parte.

Armando Valladares
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