jueves, 24 de septiembre de 2009

Obama-Clinton: "política del garrote" para Honduras y "política de sonrisas" hacia Cuba

por Armando F. Valladares

14 de septiembre del 2009


El espíritu intervencionista del reciente comunicado del Departamento de Estado sobre Honduras no podía ser más brutal, constituyendo un ejemplo típico de vuelta de la "política del garrote"... contra el antichavismo, mientras se impulsa una suicida "política de sonrisas" hacia el "eje del mal" latinoamericano.


El 3 de septiembre pp., el Departamento de Estado norteamericano, en nombre de la secretaria de Estado Hillary Clinton, dio a conocer un comunicado que tiene como objetivo visible golpear al actual gobierno provisorio de Honduras pero que, en el fondo, pretende quebrar la resistencia del heroico pueblo hondureño, en su lucha a favor de la libertad. Se trata de un comunicado que refleja un deplorable intervencionismo prochavista en los asuntos internos de otro país.


Ni más ni menos, es la cruel aplicación contra Honduras, un pequeño país centroamericano, tradicional aliado de los Estados Unidos, de la "política del garrote", esta vez, en las manos del kerenskiano presidente Obama, quien al mismo tiempo impulsa una suicida "política de sonrisas" con relación a los totalitarismos y populismos de raíz izquierdista en las Américas, como Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.


Son dos pesos y dos medidas de una injusticia que clama a Dios.


Días atrás, el presidente Obama había calificado de "hipócritas" a aquellos que en América Latina exigían hasta hace poco que los Estados Unidos no intervinieran en los asuntos latinoamericanos, mientras que ahora imploraban que el gobierno interviniese en el caso de Honduras. No obstante, pocos días después, el presidente Obama cedía ante la "hipocritadura" chavista, tal como Kerensky cedió ante Lenin a comienzos del siglo XX, con lo cual se precipitó el desenlace histórico que todos conocemos. Ya tuve oportunidad de definir en reciente artículo lo que entiendo por "kerenskismo obamista" y, para mayor brevedad, a él remito a mis lectores (cf.
"Kerenskismo obamista, Honduras y abismo chavista", Diario Las Américas, Miami, EUA, Julio 24, 2009; El Heraldo, Tegucigalpa, Honduras, Julio 23, 2009; Destaque Internacional, Internet, Julio 21, 2009; texto reproducido en Internet en varios idiomas, inclusive el lituano, en más de 30 países).


El comunicado del Departamento de Estado anunció "la suspensión de una amplia gama de ayuda al gobierno de Honduras", ante la alegada "necesidad de fuertes medidas" para quebrar la "resistencia" al "Acuerdo de San José" por parte de las actuales autoridades hondureñas, y ante lo que denomina "falta de restauración de un régimen democrático y constitucional en Honduras".


El espíritu intervencionista del texto no podía ser más brutal, constituyendo un ejemplo típico de vuelta de la diplomacia del garrote... contra el antichavismo. En efecto, un "acuerdo" significa conformidad de pareceres entre dos o más personas o instituciones. Si se pretende doblegar a cualquier precio a las instituciones y al pueblo hondureño, entonces, no se le llame hipócritamente un "acuerdo" y sí una "imposición", un gesto de "neocolonialismo" o un "ucase" (del ruso, "ukaz", que los diccionarios traducen como "orden despótica"). El comunicado del Departamento de Estado alega salir en defensa del sistema "democrático" y "constitucional" de Honduras, pero quiere imponer un "acuerdo" que, a pesar de llevar el nombre de ese gran santo que fue San José, terminaría siendo un ucase muy poco santo y, sin lugar a dudas, sobre todo muy poco "democrático".


El comunicado estadounidense trata de justificar su intervencionismo alegando la necesidad de una "restauración" del orden democrático, pareciendo ignorar que el depuesto presidente Zelaya ya había herido gravemente ese orden democrático, a través del pisoteo de las leyes y de la propia Constitución, delante de la indiferencia del Departamento de Estado, de la OEA y de los gobiernos de las Américas que hoy farisaicamente rasgan sus vestiduras.


El presidente Obama acaba de prometer en la última Cumbre de las Américas un "nuevo comienzo" con la sanguinaria dictadura castrista; ha tendido puentes de diálogo con los regímenes populistas-totalitarios de Venezuela, Ecuador y Bolivia; ha manifestado su disposición de conversar con los regímenes islámicos más radicalmente antiestadounidenses y hasta con el tirano de Corea del Norte; en fin, ha proclamado a los cuatro vientos que el "diálogo", no la imposición, es el camino primero e indispensable para la resolución de conflictos en el orden internacional; y que los Estados Unidos han pasado a defender el multilateralismo. Pero, cuando se trata de Honduras, el lenguaje dulzuroso cambia totalmente y queda amargo, con gusto a hiel, agresivo, prepotente e intervencionista de la peor calaña.


En las líneas siguientes, los redactores del comunicado del Departamento de Estado, tal vez percibiendo el flanco de contradicción y de fraude que abrían, tratan de adoptar un aire de imparcialidad cuando dicen que se "reconoce" la "complicada naturaleza" de las acciones que llevaron a la deposición de Zelaya, el 28 de junio. No obstante, en esas acciones, de una manera increíblemente tendenciosa, solamente atribuye la responsabilidad y la culpa a la "rama legislativa", a la "rama judicial" y a "los militares", silenciando la responsabilidad primera y fundamental de la "rama ejecutiva" encabezada por Zelaya.


A pesar de ese pretendido aire imparcial, se comete la mayor de las parcialidades cuando se omite siquiera una alusión al hecho de que en Honduras, el día 28 de junio de 2009, también existía esa "rama ejecutiva", y que al frente de la misma estaba un presidente "democráticamente electo", es verdad, pero que se había apartado nítidamente de la Constitución y de las leyes, y trataba de empujar a Honduras al abismo chavista.


Es preciso insistir con invariable objetividad, en la misma proporción de la insistente parcialidad del comunicado estadounidense: es la "rama ejecutiva" encabezada por el depuesto presidente Zelaya la gran responsable por la actual encrucijada de Honduras, así como los hermanos Castro son los grandes responsables por el drama cubano, y Chávez es el gran culpable por el deterioro de las libertades en Venezuela y en otros países de la región en los que interviene como Pedro por su casa, sin que el Departamento de Estado abra la boca.


El lamentable comunicado del Departamento de Estado alude también a "complejas cuestiones legales", que no se toma el trabajo de definir y ni siquiera de mencionar. Si esas cuestiones son tan "complejas", es una razón más para definirlas o, por lo menos, enumerarlas, y pasar a analizarlas con el debido cuidado antes de adoptar medidas que, además de ser intervencionistas y garrotistas, son precipitadas e injustas contra la hermana Honduras.


Otra de las pruebas del garrotismo y la unilateralidad de este comunicado del Departamento de Estado es precisamente el hecho de que eluda el análisis de esa "complejidad", lavándose las manos como Pilatos.


Los indicios hablan en el sentido de que el Departamento de Estado elude abordar esa "complejidad" porque no le conviene hacerlo: la palabra "complejidad", en el contexto del comunicado del Departamento de Estado, es un eufemismo para no tocar el tema central, el de la responsabilidad enorme del depuesto presidente Zelaya, un chavista en el cual el presidente Obama y la secretaria de Estado Clinton han depositado sus esperanzas.


Se trata de una típica salida kerenskiana, entreguista, partidaria de ceder para no perder, con lo cual se protege y absuelve a Zelaya quien, como ya se dijo, fue "democráticamente electo" pero que -conviene reiterarlo hasta el cansancio, en la misma proporción en que sus defensores lo omiten también hasta el cansancio- se apartó de los principios constitucionales y de las leyes
hondureñas.


No menos lamentable es el hecho de que el Departamento de Estado, abierto a "nuevos comienzos" con los más sanguinarios dictadores comunistas y con déspotas islámicos radicales, continúe negándose a dialogar con las actuales autoridades hondureñas y amenace con no "respaldar" el "resultado" de las próximas elecciones nacionales de ese país.


Se explica que, delante de lo anterior, el mayor representante latinoamericano del "eje del mal" y actual presidente-dictador de Venezuela, Hugo Chávez, con una emoción de cocodrilo, haya declarado desde Irán, donde mantenía reuniones conspiradoras contra los Estados Unidos, que "ya era hora" que el presidente Obama adoptara esas medidas, y haya manifestado su complacencia con ese lamentable comunicado del Departamento de Estado, en buena medida, fruto de sus presiones y reclamos.


En este texto del Departamento de Estado, del 3 de septiembre pp., ha quedado al descubierto la claudicación prochavista de la "rama ejecutiva" del gobierno estadounidense. Por ello, sería de desear que la "rama legislativa" de este país, Cámara de Representantes y Senado, a través de sus respectivas comisiones de Relaciones Exteriores, convoquen a los representantes del Departamento de Estado para que expliquen las flagrantes contradicciones y omisiones de este reciente engendro. Y también, que estudien la posibilidad de convidar a sus colegas representantes de la "rama legislativa" de Honduras, para que tengan oportunidad de expresar su opinión, un elemental derecho de defensa que la "rama ejecutiva" del gobierno estadounidense le está negando.


La política intervencionista del Departamento de Estado en los asuntos de Honduras debe cesar de inmediato. El Congreso de los Estados Unidos debería también convocar a una audiencia al embajador norteamericano en ese país, Hugo Llorens, un cubanoamericano con credenciales de moderado, que fue alto asesor de la secretaria de Estado Condoleeza Rice, pero que ahora se ha mostrado fiel y sumiso defensor del depuesto presidente chavista. Entre otras preguntas, se podría interrogar al embajador Llorens si es verdad, sí o no, que permitió a la esposa del depuesto presidente Zelaya utilizar las instalaciones diplomáticas norteamericanas para, desde allí, arengar en favor de disturbios y de violencia, mientras hacía creer que estaba resistiendo en las montañas. También podrían los congresistas convocar a la Sra. María Otero, una hispana de origen boliviano y antecedentes bolivarianos, recién nombrada Secretaria de Asuntos Globales del Departamento de Estado, para interrogarla si usó, sí o no, un teléfono de la Secretaría de Estado y, sobre todo, la influencia de su cargo para llamar por teléfono a empresarios hondureños, coaccionándolos y amenazándolos por su apoyo al actual gobierno provisorio.


Proclamar las verdades que duelen a los Goliats contemporáneos, en alta voz, claramente, con argumentos y pruebas irrefutables, de una manera invariablemente educada y respetuosa, es la más efectiva manera de ayudar al pequeño y heroico David hondureño, así como a los pueblos hermanos latinoamericanos que sufren bajo los maleficios del "eje del mal" chavista.

Armando Valladares, ex-preso político cubano, sirvió como embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en las administraciones Reagan y Bush, habiendo recibido la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado. En julio pp., en Italia, fue el primer hispano honrado con el prestigioso Premio ISCHIA de periodismo internacional.

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