viernes, 17 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
Ahora no tengo noches
todo mi tiempo es día
un día artificial
de luces encendidas.
Presiento que allá afuera
hay un rumor de estrellas
y nubes
y una luna
que navega entre ellas
Está lloviendo a ciegas
desde el anochecer
y aunque un poco lejano
escucho el tintineo
que repite el encanto
-o mejor digo el canto-
Rompieron los disparos
la quieta madrugada
despierta una sirena
y los perros le ladran.
A lo lejos se escuchan
las voces de los guardias.
Una ráfaga larga
y de nuevo el silencio.
Presiento que hay un muerto
al pie de la alambrada
Sé que un ciclón se acerca
-aunque no me lo digan-
estamos en octubre
y afuera sopla el viento
cada vez con más fuerza
se escucha en otros pisos
clavando las ventanas
pero donde yo estoy
no podrá entrar el viento
mis ventanas están
Es primavera ya
pero no en este cuarto
el cielo estará azul
y bordado de pájaros
el aire soplara
con frescura su aliento
presiento florecidos
y muy verdes los campos
NO HAN PODIDO
No han podido quitarme
todavía
en este encierro
el canto de la lluvia
pero quizás lo hagan mañana
por eso quiero ahora disfrutarlo
escuchar las gotas
más allá de mis ojos
y los espesos muros
golpear con insistencia
las ventanas tapiadas.
Y de pronto me llega
no sé por qué ranura
no sé por qué intersticio
ese olor agradable
de la tierra mojada
y la aspiro muy hondo
para llenarme bien
porque quizás también
CANCION DE SEPTIEMBRE
A mi esposa, presente siempre
Para cantarte
mis palabras tienen hoy
un eco triste
el más profundo quizás
de mis montañas
dulce
lejano
repetido
dilatado por fechas oxidadas.
Por las viejas rejas amorosas
-de nuestra misma cárcel-
se abre la concha gris de un alborada
idéntica es la lluvia ahora repetida
de aquel mismo cielo que empezaba.
En cada instante de mí a veces aire
o en las costillas rotas
de aquellas alambradas
tu recuerdo se agiganta entre mis manos
quebrando los candados
que cierran la mañana.
Para cantarle a tu silencio
se hacen de ternura
mis letras torturadas
para cantarle a tu presencia
hoy soy más que nunca un hombre libre
y nazco con septiembre a la esperanza.
LA MEJOR TINTA
René Díaz Almeida,
Me lo han quitado todo
la plumas
los lápices
la tinta
porque ellos no quieren
que yo escriba
y me han hundido
en esta celda de castigo
pero ni así ahogarán mi rebeldía.
Me lo han quitado todo
-bueno, casi todo-
porque me queda la sonrisa
el orgullo de sentirme un hombre libre
y en el alma un jardín
de eterna florecitas.
Me lo han quitado todo
la plumas
los lápices
pero me queda la tinta de la vida
-mi propia sangre-
y con ella escribo versos todavía.
Original escrito con mi sangre y una astillita de madera en abril de 1981 en las celdas
YO TENGO MAS
No importa que tú tengas
fusil y bayoneta
soviéticos o checos
no importa que tú tengas
no importa que tus manos
apunten los cañones
o cierran los candados
de pueblos y prisiones.
No importa que tú tengas
fusil y bayoneta
yo tengo aquí en mi celda
oscura y con barrotes
dentro de mí una fuerza
que tú nunca tendrás.
No importa que tú tengas
las llaves de mi cuerpo
si yo tengo en mi alma
¿LIBRE…?
A los que en Cuba llevan un camiseta con el
slogan de: “SOY UN HOMBRE LIBRE”
Tu dices que eres libre
-yo no se si lo crees
pero al menos lo dices-
Libertad no es espacio
para dar unos pasos
ni siquiera la cama
para acostarse dos.
Tu dices que eres libre
y no tienes palabras
porque solo repites
-con la boca cerrada-
aquellas que te dan.
Libertad no es un pan
-a veces en la mesa-
ni un poco de cerveza
o algo para fumar.
Libertad es hacer esto:
escribir lo que piensas
gritar lo que aborreces
aunque pagues con años
de tortura las letras
aunque mueras de rejas
PARENTESIS
A Yolanda, con pena
En aquel minúsculo cuarto de hospital
me aprendí de memoria
la hondura de tus ojos
frustrados por todas las angustias
cansados por ese síntoma de vocación “voluntaria”
que te imponían las consignas
y la lucha de clases.
Te confiaron mi cuidado y vigilancia
porque eras comunista.
Las alas blancas de cofia breve
con tu belleza esplendía llenaban mi habitación
cada mañana
cada tarde.
Y allí mis palabras repicaron como campanas
quebrando la mentira en tu silencio
y empecé a enseñarte que la Libertad
no estaba en los cabellos rubios de tu hijo
ni la cárcel
en las llaves de mis candados
en la escolta que crucificaba mi puerta
o en los clavos que tapiaban mi ventana.
Y sin decírtelo
te hice comprender tus limitaciones
y que sintieras tus alambradas
y las bayonetas sutiles que también te rodeaban
te di un paréntesis de luz
y unas manos ya viejas de esperar despedidas
te preste mis ojos
para que vieras los límites de tu jaula
y los horizontes infinitos de tu alma
-que tú ignorabas-.
Pero un día ellos descubrieron que ya no me odiabas
y te acosaron
y conociste el torbellino de la represión
y las amenazas y el miedo enloquecedor
te prohibieron mi amistad
-porque ellos pueden elegirte los amigos.-
Te perdieron de mis ojos
y nunca más he sabido de tu nombre.
Pero sé que desde entonces
LIBERTAD tiene para ti
Un extraño e imposible significado.
A ESTEBITA
Hace tiempo
que me resuena en la memoria
la muerte de Estebita*
han pasado cientos de eslabones desde entonces
pero su recuerdo nunca duerme
y de cualquier desconocido cementerio
se levanta del polvo atardecido
como un grito de luz
de vida y de muerte.
Tras la tapia ciega de su reja
noche por noche
infatigablemente nos contaba
un viejo filme del oeste
una novela misteriosa
o una historia de amor improvisada.
Durante varias horas
nos hacia olvidar
el dolor de los golpes
la angustia
el hambre insatisfecha.
Pero su figura menuda y enfermiza
no pudo resistir los experimentos
y una tarde para no amanecer
se durmió su voz en el silencio.
Lo mataron de hambre y desnutrición.
Cuando los familiares para sepultarle
reclamaron el cuerpo
las autoridades les dijeron
que ese preso
no había cumplido su condena
y el cadáver por lo tanto
era de ellos.
Y no se supo nunca
Donde enterraron a Estebita.
Por eso
su recuerdo se levanta
de cualquier desconocido cementerio
del polvo de nuestros caminos
de estos dolorosos
caminos de preso.
ELEGIA PARA UN SOLDADO CUBANO MUERTO EN ANGOLA
Hubiera podido decir que no
pero te faltaba libertad para hacerlo
pensaste en la cárcel
en la vertical angustia de las rejas
o en el estigma de traidor
te habrían acusado de debilidad ideológica
quizás hasta de contrarrevolucionario…
y dejaste que el vacio de tu estomago
trepara a la garganta
y te cortara el aliento y las palabras
no comprendías por que te obligaban a pelear en África
en una tierra ajena
-que los africanos resuelvan sus problemas
o que manden a los rusos- pensaste
y te asalto el terror de que alguien
pudiera adivinar tus pensamientos
Tus ojos se llenaron
de flores diminutas
el verde de la jungla
repitió la esperanza.
Tu esposa no quería que fueras a la guerra
tu hija, que apenas balbuceaba
sus primeros pasitos,
con su carita tierna se abrazaba a tu cuello
sin comprender el llanto de presagio y de miedo
y ahora estas allí,
sembrando el odio de las bayonetas soviéticas
acosado por las plagas, la sangre
y las balas sin sueño
con los pies reventados de hongos,
rodeado de aquella gente extraña
y de rugidos en la noche misteriosa.
La mina que pisaste
palpito suavemente
y grito en mil fragmentos
su canto de metralla.
Un volcán de humo y fuego
se abrió bajo tus plantas
luciérnagas de hierro volaron a tu cuerpo
las bolsas rasgadas donde estaban los testículos
-antes de la explosión-
se perdieron bajo los intestinos
que escaparon por la jaula abierta de tu vientre
como serpiente azulosas y palpitantes.
Tu sangre caliente se la bebe la tierra
un coro de ojos te acribilla en silencio
en la última noche de toda tu esperanza
los rostros
más negros que tu negra noche
son tus compañeros de patrulla
-soldados del odio-
esclavos como tú y con atávicos ritos.
Los brujos de la tribu
les dieron su canción
y te abrieron el pecho
buscando el corazón.
En el fondo de un grito
te hundiste lentamente
por las sombras sin llanto del bárbaro ritual
y no supieron nunca
los que te conocieron
que encontraste en la jungla, al fin, la Libertad.
domingo, 12 de abril de 2009
DON THOMAS
A Don Tomas de Aquino, que murió de
frio el invierno de 1962 en la prisión de
Isla de Pinos.
Don Tomas de Aquino
era un negro viejo
del cual nadie supo
su edad ni sus sueños.
En un remendado
camastro de sacos
vivía en su celda
solo y olvidado.
Como amargo fruto
de tantos años
y de sufrimientos
tenía el carácter
rebelde y huraño.
Hubo una requisa
aquella mañana
que no dejo un toldo
en ninguna ventana.
Era un mes de invierno
ráfagas heladas
hacían temblar
lamiendo los huesos.
Y así fue en el día
y en la madrugada
con glacial aliento
el viento
soplaba… soplaba…
Cuando lo llamaron
a pasar recuento
el cuerpo grisáceo
herido de frio
se encontraba muerto.
Don Tomas de Aquino
era un negro viejo
del que nadie supo
CANCION PARA CLODOMIRO*
Su tierra era mi tierra
la de hermosos pinares
la de ríos tranquilos
la de extensas sabanas
la más occidental
de las provincias
de la isla del tabaco
y de la caña.
Y se hizo de gloria y alegría
el día aquel
en que Clodomiro
decidió regresar a la montaña.
Sin tiempo apenas
para sacudirse
el cansancio de su anterior campaña
empuño el fusil libertador
se echó la mochila
nuevamente a las espaldas
y se marcho a conquistar
para los otros
una Patria sin rejas ni alambradas.
Su tierra era mi tierra
la de los verdes tomeguines
que tejen con sus trinos
la mañana
la de las pocetas cristalinas
por frondosas pomarrosas escoltadas.
Y allá esta Clodomiro
como faro y ejemplo en la montaña
y allá van los comunistas a buscarlo.
Huyen los tomeguines asustados
rompe el cristal de agua
la metralla
y comienza el acoso
a tiro limpio
y en desigual combate
Clodomiro es mordido por las balas.
Y así pasan los días…
las heridas
tratadas al principio
hace semanas que no son curadas
porque Clodomiro está en la capilla ardiente
en la tétrica prisión de la Cabaña.
No puede pararse
en la celda no hay cama
en el suelo duerme
en el suelo come
y es por el suelo sucio
que se arrastra.
En las carnes abiertas
podridas e infestadas
pululan hambrientos los gusanos
ansiosos por roerle las entrañas.
En una parihuela lo bajan a la muerte
y contaron los guardias
que lo fusilaron en el suelo
y que gritaba ¡Abajo el comunismo!
y así dejo las paginas breves de la vida
para ingresar en las inmortales de la Patria.
Su tierra era mi tierra
su sangre y mi sangre eran hermanas
y ya es Historia el día aquel
en que Clodomiro
empuño el fusil libertador
se echó de nuevo la mochila a las espaldas
y se marcho a conquistar
para los otros
una Cuba sin rejas ni alambradas.
* Clodomiro Miranda lucho con Fidel Castro. Fue jefe de las guerrillas en la zona montañosa de occidente, donde nació y se crio el autor. Campesino humilde, Clodomiro no quería otra dictadura para su Patria y volvió a las montañas a luchar contra la de Castro.
LA ÚLTIMA CAMPANADA
Tocarán a tu puerta
los mendigos de Ernesto
más grises que nunca antes
en sus harapos relucientes
los verás frente de ti
con las manos tendidas
pero no con las palmas abiertas
en actitud de limosna
sino con el índice
encorvado y huesudo
s e ñ a l á n d o t e.
Desde el fondo de las cuencas vacías
te mirará el pasado
y el horror sellará tus labios
las palabras huirán espantadas
de tu boca.
El viejo y oxidado reloj
de la estación
tocará una campanada
una sola
para ti la ultima.
No sé por que le temen
al grito de mis versos
son humildes estrofas
BAYONETAS INUTILES
Ellos pueden romper
la simetría de mi cuerpo en mil pedazos
y esparcirlos
por todos los rumbos de la estera
pueden cerrarme el sol
el aire y las estrellas
como lo están haciendo
para eso son los dueños
de existencias y haciendas
señores de hoz y martillo
y con este
pueden machacarme los huesos
hasta el tuétano
y con la hoz
segar la sufrida y madura
espiga de mi vida
mucho más si quisieran
pueden hacerlo
T O D O
menos aniquilar lo por mi escrito
las bayonetas no sirven
de los cañones franceses
ni las bombas de los becincuentaidos
quienes te sacaron de tu hogar
y volvieron a sembrar
de lágrimas y horror
los sufridos rostros de tus padres.
Ahora fueron los fusiles comunistas
empuñados por otros vietnamitas
los que rompieron la mañana
en tu humilde choza.
Luego aquel vértigo y las ordenes
incomprensibles para ti.
Los empujaron con gritos y amenazas
tu hermanita lloraba
apretando su linda muñequita
a tu mama le arrancaron del dedo
el único recuerdo de la abuela.
No los dejaron llevarse nada
ni ropas para el viaje
ni siquiera las nuevas sandalias
de tu padre descalzo.
Los subieron a un camión cerrado
donde había otras familias
y muchos niños
que lloraban como tu hermanita
tú no comprendías…
y del camión
entre empujones y gritos los subieron
a las viejas embarcaciones
en una noche negra
bajo un cielo sin luciérnagas.
Y nunca más volviste
a ver el sol con florecitas
ni las brillantes mariposas
pesaban demasiado la angustia
y el sufrimiento
para aquellas tablas viejas y podridas
y desde aquí
las rejas que aprisionan
mi cuerpo
y limitan mi espacio
se estremecieron de lágrimas
y dolor de distancias
cuando por tu boquita
que buscaba bocanadas de aire-vida
entro sedienta
a borbotones
el agua negra
y reventó tus pulmoncitos
con salitre y arena
y te hinchaste como un globo
y se abrieron por siempre
desmesurados
tus ojitos de almendras ciegas
asombrados…
y te fuiste hundiendo
lentamente
como una roca blanda
y no pudiste ver
las conchas de colores
ni los peces como lunas
o fantásticos corales
ni a tu hermanita
que muy cerca de ti
con la linda muñequita
todavía apretada contra el pecho
en un silencio rojo y espumeante
era despedazada por los tiburones
y nunca llegaste a saber
que este es el “Año Internacional del Niño”
¡Ah…! si tu lo hubieras sabido…
Julio de 1979
Año Internacional del Niño
sábado, 11 de abril de 2009
HERIDAS
I
Me amaneció una reja
en las pupilas
y un canto de montañas
en el alma
una ilusión colgando
en la sonrisa
y un esperar por nada
en la mirada.
II
El color y la luz
y el cansancio
de una lágrima…
todo
en la medida
exacta de una reja.
III
Tus ojos luminosos
como dos círculos
de fuego negro
en el glacial vacio
de la ausencia.
IV
Que sencillo es todo
para quien puede elegir
la ruta de sus pasos
que simple
para quien puede vagar
bajo los arboles
y esperar a una amiga
cuando quiera
sin importar que el reloj
gire una vez
o mil
o se detenga.
¡Que pequeño es mi patio
rodeado de alambradas!
V
Cuando pasaban las nubes
hacia el sur
yo también era alegre
se llenaban mis pupilas
con los bancos perdidos
de los parques
me embriagaba de caminos
y de bosques
volteaba las hojas del otoño
con los pies descalzos.
Hoy mi silla de ruedas
a pesar del odio silencioso
a pesar de la lluvia y los abismos
no importarán ya
el horizonte de bayonetas
más allá de mi espalda
ni las colinas de alambradas
que florecen
como si sospecharan
la alegría del encuentro.
Los dioses han querido que así sea
y ese designo inexorable
abrirá para mi amor
-para nuestro amor-
los cerrojos y caminos
en nombre de todas las creencias
con el fulgor inevitable
al calor de todas las esperanzas
de un nuevo amanecer
al que hemos despertado mil veces
con los ojos vacios.
Llegaré a ti
esta vez no lo dudes
ya está decidido nuestro encuentro
a pesar del odio y los abismos.
SI YO PUDIERA…
Si yo pudiera ser el mar
sin que tú lo supieras
y sentir como hundes
en mis tranquilas aguas
la carne palpitante
de tus muslos rotundos
y tus manos luminosas
como el alba.
Saltaría entonces en espuma
rodearía tus cadenas blancas
la breve redondez de tu cintura
y voluptuosamente te abrazara.
Si yo pudiera ser el mar
haría que mis playas te llamaran
para que mis olas te acaricien como manos
y que sientas mis manos como el agua.
Si yo pudiera ser el mar
y ser profundo
y alfombrar tus pasos con mi arena
para hundirte hasta el fondo de mi mismo
y entre selvas de algas y corales